(2002-2005)
Una vez soñé con un pájaro enorme, de un metro de altura, gordo y de plumaje azul-gris. Me recordaba algo a un pingüino y como ellos no volaban. Había muchísimos en una playa y la gente se les acercaba. Eran exageradamente confiados, tranquilos y cariñosos, no parecían de este mundo. Por esta razón temí un poco por ellos. Sin embargo su inocencia parecía protegerlos, como si su bondad fuese una suerte de fuerza e influencia hacia las personas que se le acercaban que no podían nada más que acariciarlos.
Estas aves ya desaparecieron. Quedan descripciones escritas, dibujos y pinturas. También Dodos disecados, aunque todos son ahora aproximaciones. Esculturas hechas de pedazos de sí mismo y de diferentes animales. Todos los Dodos disecados que existen son en gran medida invenciones.
Dodo significa tonto, inocente. Yo también como un Dodo, noto y recuerdo partes separadas de mí. Y el baile de la existencia, que a veces parece jugar a lo mismo que el arte, anima a que reencontremos estas presencias aparentemente separadas. Se observan, se aman, se rechazan… Son lo mismo y no lo son.
Y vivo pero también construyo aproximaciones de vida, de Dodo, de mí, en el aire, dejando inventadas imágenes y momentos inasibles que susurran que son ciertas, como yo. Es vivir y sentirme vivir al mismo tiempo.